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Nunca había leído un artículo que mezclase cripto con religión:
cincodias.elpais.com
Pese a su prohibición, el lucrativo comercio de las reliquias, que casi arranca con los inicios del cristianismo, no ha desaparecido dos milenios después. El 17 diciembre de 2017 el Vaticano publicó en L’Observatore Romano, el BOE de la Iglesia Católica, la instrucción Las reliquias en la Iglesia; autenticidad y conservación, en la que se reforzaba la prohibición de venderlas. El Vaticano salía así al paso de la oferta de reliquias que se ofrecían en internet. En esos mismos días se podía comprar en la web de subastas eBay un recipiente con leche de la Virgen María por 3.000 euros (La Vanguardia, 20-XII-2017). Esta semana se puede adquirir en la misma casa una reliquia de San Francisco de Asís que se vende, desde Alemania, por 14.500 euros.
Este comercio de reliquias, que resulta un timo esperpéntico para el común de los mortales, guarda enormes similitudes con lo que sucede hoy con las criptomonedas. Tienen en común que el valor es cuestión de fe, depende de que haya otro después que tenga más fe aún y esté dispuesto a darle más valor. La enorme diferencia está en que mientras las piezas asociadas a los santos se compraban para exhibirlas y venerarlas, en el caso de las monedas digitales su gran valor es que no son tangibles, sólo puede acceder a ellas el dueño y escapan al control de las autoridades.
La nula trazabilidad de las reliquias y de las criptomonedas es también similar. Se atribuye la paternidad del bitcoin a Satoshi Nakamoto, un pseudónimo de una o varias personas, que en 2008 publicó un par de folios titulados Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System, que constituyen algo así como el manual de instrucciones de esta moneda digital, cuyo primer ejemplar se extrajo un año después y que ya vale más de 40.000 euros. La teología creada alrededor de las criptomonedas ha causado furor especialmente entre la gente joven, sin discriminación, da lo mismo ingenieros que ni-nis. El bitcoin es a la vez antisistema (medio de pago entre narcotraficantes, hackers, defraudadores) y becerro de oro de esos niñatos, que dice Esperanza Aguirre, fascinados con el dios mercado.

La fiebre de las criptomonedas y el tráfico de reliquias
La credibilidad de bancos centrales y gobiernos está en cuestión; sus avisos sobre los riesgos de las divisas digitales claman en el desierto
Pese a su prohibición, el lucrativo comercio de las reliquias, que casi arranca con los inicios del cristianismo, no ha desaparecido dos milenios después. El 17 diciembre de 2017 el Vaticano publicó en L’Observatore Romano, el BOE de la Iglesia Católica, la instrucción Las reliquias en la Iglesia; autenticidad y conservación, en la que se reforzaba la prohibición de venderlas. El Vaticano salía así al paso de la oferta de reliquias que se ofrecían en internet. En esos mismos días se podía comprar en la web de subastas eBay un recipiente con leche de la Virgen María por 3.000 euros (La Vanguardia, 20-XII-2017). Esta semana se puede adquirir en la misma casa una reliquia de San Francisco de Asís que se vende, desde Alemania, por 14.500 euros.
Este comercio de reliquias, que resulta un timo esperpéntico para el común de los mortales, guarda enormes similitudes con lo que sucede hoy con las criptomonedas. Tienen en común que el valor es cuestión de fe, depende de que haya otro después que tenga más fe aún y esté dispuesto a darle más valor. La enorme diferencia está en que mientras las piezas asociadas a los santos se compraban para exhibirlas y venerarlas, en el caso de las monedas digitales su gran valor es que no son tangibles, sólo puede acceder a ellas el dueño y escapan al control de las autoridades.
La nula trazabilidad de las reliquias y de las criptomonedas es también similar. Se atribuye la paternidad del bitcoin a Satoshi Nakamoto, un pseudónimo de una o varias personas, que en 2008 publicó un par de folios titulados Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System, que constituyen algo así como el manual de instrucciones de esta moneda digital, cuyo primer ejemplar se extrajo un año después y que ya vale más de 40.000 euros. La teología creada alrededor de las criptomonedas ha causado furor especialmente entre la gente joven, sin discriminación, da lo mismo ingenieros que ni-nis. El bitcoin es a la vez antisistema (medio de pago entre narcotraficantes, hackers, defraudadores) y becerro de oro de esos niñatos, que dice Esperanza Aguirre, fascinados con el dios mercado.